Con el último hecho acontecido en el plano político nacional, todo parece que lo de ir a unas nuevas elecciones ya no suena tan escéptico. La negativa del Partido Socialista para formar un posible gobierno, en coalición con la formación liderada por Pablo Iglesias abre la puerta a unas elecciones -muy plausibles ante el escenario político y la marcha de los pactos- para tratar de desbloquear el parlamento. Las alternativas planteadas por Unidas Podemos, las cuales han ido experimentando continuas modificaciones, no gustan a un Presidente en funciones, incentivado con un CIS que apunta a una victoria histórica en los próximos comicios.
Para el gobierno, las cartas están echadas. Llevar al país a unas nuevas elecciones es la solución al bloqueo parlamentario que vive el escenario político. Una solución muy criticada por el Gobierno, que ha estado hasta el último minuto tratando de desviar la responsabilidad a los distintos bloques opositores. Incluso el propio Sánchez, Presidente en funciones del país, ya se mostró muy crítico con los distintos bloqueos que, a lo largo de la historia, ha vivido esta democracia; pues, de acuerdo con la hemeroteca, el Presidente en funciones ya hizo pública su postura hacia la imposibilidad de que Rajoy pudiese formar un gobierno y articulase una mayoría; exigiendo, por supuesto, que el entonces Presidente, Mariano Rajoy, asumiese la total responsabilidad.
Sin embargo, como dice el dicho taurino: “los toros se ven mejor desde la barrera, y no desde el ruedo”. Esto es algo que le ha pasado a Pedro Sánchez; pues vemos claramente cómo esa responsabilidad que, en su día, solicitaba al señor Rajoy, hoy, ante una situación mucho más agravada -pues recordemos que ha sido la primera investidura completa fracasada- tampoco hemos visto a un Presidente que haya asumido la ineficacia de sus negociaciones. Unas negociaciones que, bajo mi criterio y como he venido comentando en las últimas semanas, no han sido más que una estrategia adoptada por el socialismo para el ninguneo político de la formación morada; poco acertada para el CIS -por la fuerza que le otorga este a Unidas Podemos en unas posibles próximas elecciones-.
Comentaba no hace mucho que todo esto, al igual que ocurre en todos los países, tiene una importante faceta negativa. En el campo jurídico, desde la postura del derecho y la legalidad, existe el dicho de que los plazos están para agotarlos y extenderlos hasta el último minuto, haciendo uso de todo el plazo posible con el fin de lograr el mejor acuerdo entre las partes participativas en el; sin embargo, por el lado de la economía, algo que los juristas no tienen en cuenta es que el escenario político no solo se compone de negociaciones, sino que existen determinados factores, como la economía, que, haciendo uso de un concepto muy familiarizado con los economistas como es el coste de oportunidad, cada día que pasa, en un escenario económico como el actual, repercute un alto coste a los ciudadanos en el país.
Un alto coste que se verá reflejado en el futuro de la economía española. Podemos preguntar a los italianos qué suceso vivían hace 18 años que, a día de hoy, les ha llevado a cosechar 2s recesiones técnicas en un mismo ejercicio. Probablemente te responderán que la imposibilidad de formar gobierno y de aplicar las políticas necesarias para combatir determinadas situaciones. Algo similar a lo que está ocurriendo en España en estos momentos, donde la economía sigue decreciendo, en un escenario de grandes vulnerabilidades donde coexisten agravantes tan importantes como los elevados niveles de deuda, las altas tasas de desempleo y la vulnerabilidad del tejido empresarial español; mientras que el gobierno sigue tratando de dar forma a ese puzzle político que presenta la política española.
Los españoles, haciendo uso de la historia, han sido llamados a 3 convocatorias electorales en los últimos 5 años. De darse unos nuevos comicios, hablaríamos de la cuarta convocatoria electoral del último lustro. España es tierra de elecciones, y así lo refleja su política. Debemos ser conscientes que, de darse con la normalidad y rigurosidad que marca la democracia española, los españoles deberían haber votado una única vez, pues contamos con legislaturas que constan de 4 años. Sin embargo, ante el nuevo, y muy diverso, escenario político, estos mismos ciudadanos han tenido que acudir a votar en 4 ocasiones; pagando, como es obvio, todas y cada una de las celebradas.
Las últimas elecciones, de acuerdo con los presupuestos ejecutados por el gobierno para las mismas, costaron a la sociedad española una cuantía cercana a los 139 millones de euros. Una cuantía que si la multiplicamos por los cuatro comicios celebrados en los últimos años suman la friolera cifra -sin desestacionalizar y ajustar al IPC- una cifra cercana a los 500 millones de euros. Para que nos hagamos una idea, más que el presupuesto destinado, por ejemplo y contrastando con los presupuestos generales, a la partida presupuestaria para combatir el desempleo juvenil en el país; el 33% del presupuesto para becas; o más del doble de la partida presupuestaria destinada al pacto de violencia de género. Una cuantía que, por la irresponsabilidad política y la falta de capacidad, deben asumir los ciudadanos en el país, sin poder invertirlos en otros aspectos como, por ejemplo, doblar las inversiones en materia de desempleo juvenil, donde somos los campeones de Europa, o reducir la deuda pública, donde somos los subcampeones del mundo, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero a esto debemos sumarle más costes. Más costes cuando estamos financiando a un gobierno que no puede trabajar, pero que, sin embargo, sigue recibiendo su salario, así como todos los diputados que integran el parlamento. Además, también debemos recordar, dicho sea de paso, el coste más importante de todos. Como decía, la economía se está desacelerando y, ante esto, gran parte de los países que viven el escenario económico recesivo han comenzado a aplicar políticas de choque, tratando de revertir la situación actual. España, sin embargo, pese a ser uno de los países con mayores vulnerabilidades, no está actuando, por incapacidad y negación de la realidad, para tratar de revertir dicha situación; incurriendo en una factura que, como ocurrió en Italia o en la España de Zapatero, tendremos que pagar en el largo plazo.
Como vemos, en definitiva, el coste político para este país es tremendamente elevado. Además, la desafección de la sociedad con el escenario político ha puesto de manifiesto que el coste político del que hablamos y que tenemos que sufragar todos los españoles, para mayor inri, no se ve compensado con el aporte que, los mismo, hacen a la sociedad. Al menos si observamos la necesidad inventada de celebrar esas 4 elecciones generales, asumiendo el coste de las mismas y el retorno que percibe la ciudadanía. España es tierra de elecciones y esta democratización política que, a priori, nos vendían, no se está materializando de la misma forma que, durante las campañas políticas, prometían; una situación que provoca el cuestionamiento de la gente acerca de si la democracia española está, por primera vez en la historia de la misma, camino del fracaso.
Feliz fin de semana.