Skip to content

¿Precisa la economía un nuevo “Bretton Woods”?

June 22, 2023

Las tensiones geopolíticas marcan el nuevo escenario político y económico actual. Cuando parecía que el azote del Brexit podría finalizar con la marcha de la, hasta ahora, líder del movimiento euroescéptico británico, Theresa May, aparece un nuevo candidato, Boris Johnson, para añadir más tensiones al entorno británico, impulsando un movimiento más intensificado que el anterior.

Al igual que Reino Unido, aunque con una ideología menos euroescéptica, Italia sigue con las confrontaciones con Bruselas, tratando imponer su postura de incrementar los niveles de deuda. Unos niveles de deuda que, en el caso del país italiano, ya suponen más de la quinta parte del total de deuda de la Eurozona (23%), lo que, en relación a su PIB, supone el 132% del mismo. Un nivel de apalancamiento que llama la atención del organismo europeo ante el incumplimiento de los pactos de estabilidad y crecimiento (PEC).

Al otro lado del Atlántico, Donald Trump mantiene su firme postura con la economía asiática, a la que castiga con barreras arancelarias, cada vez más elevadas, a la vez que sigue afirmando que la economía estadounidense aún no está preparada para cerrar un acuerdo con China en materia comercial, por lo que las negociaciones quedan paralizadas, al menos hasta la próxima reunión del G20, donde ambos mandatarios se reunirán para la toma de decisiones.

Al igual que ocurre en Italia, Reino Unido o Estados Unidos, la unidad diplomática se convierte en un objetivo cada vez más inalcanzable. El individualismo con el que están actuando determinados líderes políticos ha acabado generando un entorno cada vez más crispado y confrontado, deteriorando cada vez más el cooperativismo global y los acuerdos bilaterales que propiciaban un mundo globalizado.

Las tensiones proteccionistas, los auges separatistas y las confrontaciones políticas son el pan de cada día en la agenda política y económica, deteriorando por completo lo que se conoce como el balance de riesgos globales, así como las relaciones institucionales, diplomáticas y comerciales entre los principales bloques económicos que conforman las economías, tanto desarrolladas como no desarrolladas.

El escenario, aunque no es para nada semejante, nos hace recordar al escenario apreciado durante las reuniones de Bretton Woods, donde, tras lo vivido durante la segunda guerra mundial, se trató de poner fin a los auges separatistas y proteccionistas que originan las tensiones que, posteriormente, podrían derivar en el resurgimiento de nuevos conflictos bélicos a nivel global.

Durante los tratados de Bretton Woods, los cuales deben su nombre por el lugar de realización de dichas reuniones, los economistas Harry Dexter White y John Maynard Keynes, ambos economistas de gran renombre del siglo XX, planteaban la creación de organismos únicos e internacionales que tratasen de arbitrar determinadas actuaciones gubernamentales, evitando los errores del pasado que, por las confrontaciones generados, generaron la segunda guerra mundial.

Este tratado dio lugar a la creación de organismos, muy presentes a día de hoy, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (World Bank), los cuales trataban, en aquel entonces, de dar soporte a un nuevo orden económico internacional que propiciase un escenario más estable para las transacciones comerciales, así como un sistema monetario internacional, basado principalmente en el dólar, dada la fuerza de la divisa en los mercados internacionales.

Durante Bretton Woods también se puso sobre la mesa la creación de otros organismos de relevancia internacional, los cuales han trascendido hasta nuestros días, transformándose y dando lugar, por ejemplo, a lo que ahora se conoce como la Organización Mundial del Comercio (OMC), la cual trata de interponer una serie de reglas en el comercio internacional, tratando de evitar, al igual que otros organismos, la supremacía global de un mismo país, como ocurría en 1944 con Estados Unidos, que soportaba el 50% del PIB Mundial.

Lo logrado durante Bretton Woods, pese a los fallos en el modelo, daba lugar a un entorno mucho más estable y conciliador, provocando una mayor cordialidad gubernamental en materia de relaciones y acuerdos bilaterales, a la vez de dotar de una mayor cordialidad y confianza al escenario global. A su vez, la supervisión de los organismos garantizaría que los conflictos, ante la supervisión, podrían frenarse sin dar lugar a nuevas guerras mundiales.

Actualmente, el escenario propicia un entorno muy conflictivo, el cual, como hemos comentado, nos puede recordar a lo ocurrido durante la cumbre de Bretton Woods. Los intereses y los sensacionalismos nos están llevando a un mundo cada vez más confrontado e inestable, a la vez de desconectado. La globalización no atraviesa su mejor momento y el cooperativismo se está viendo muy dañado por las tensiones entre determinados bloques económicos.

Ante tal escenario, esto nos hace preguntarnos si la posible solución a esto podría ser un nuevo Bretton Woods, una cumbre, que, al igual que el G20, tratase de aportar una mayor cordialidad a las relaciones diplomáticas entre los países. La economía está evolucionando hacia la globalización y la interdependencia, por lo que estas tensiones lo único que provocan es un mayor agravante para la economía mundial, a la vez que los crecimientos se producen de forma menos inclusiva y equitativa.

Como anunciaba el Fondo Monetario Internacional en Davos, concluyendo el artículo, los crecimientos deben ser inclusivos y basarse en los cooperativismos para dotarlos de sostenibilidad en el largo plazo. Las tensiones y confrontaciones solo dificultan y propician un escenario de incertidumbre que, en lugar de beneficiar, daña la economía, provocando contracciones en grandes fenómenos como, por ejemplo, el comercio global. Debemos valorar si compensa seguir por esta vía, o, en cambio, nos beneficia el sentarnos a negociar para ponerle fin.

Feliz fin de semana.

Anuncio publicitario

Comparte esto:

  • Twitter
  • Facebook

Me gusta esto:

Me gusta Cargando…